Noble sea el hombre, servicial y bueno.
Esta sabiduría de Goethe, madre, me escribiste
en mi álbum de poesía en letras delicadas,
enmarcado por un corazón radiante.

Estas palabras deberían ser la luz
que me guiara en mi sinuoso camino
por los puentes, las colinas y los valles,
por los prados floridos y las tierras resecas.

Buenista, así se burlan de mí,
y a veces aún me llaman estupida,
porque la gente de hoy ya sabe
que no es oportuno luchar por el bien.

El espíritu malo de nuestro tiempo
arrastra todo consigo al abismo.
Prefiero ser una buenista como tú
que bailar a este son que toca.

Noble sea el hombre, servicial y bueno.
Gracias, mi madre, eso me da valor.
Si sigo siendo bueno con los otros,
ellos son buenos, y el tiempo cambio.